Algunos trucos
Cuando sea necesario mantener al caballo tumbado, es suficiente colocar una rodilla sobre su testera y la otra sobre el extremo de su cuello: el peso de un niño es suficiente para mantenerlo tumbado. Para evitar que se asuste no le tape la visión. Tenga especial cuidado en el momento de levantarse, podría atropellarle al incorporarse sobre sus cuartos traseros.
Numerosas personas acercan bruscamente la palma de la mano al ojo del caballo para verificar si ve bien. Entonces éste cierra su párpado por reflejo, sin que ello sea prueba de buena visión. El pequeño movimiento de aire creado por la mano puede incitarle efectivamente a cerrar el párpado, aun cuando no vea por este ojo. Un método mejor consiste en acercar un solo dedo a su globo ocular, lo cual no provoca ningún soplo. Si el caballo cierra el párpado, es que entonces ve por ese ojo.
Algunas veces es indispensable mantener levantada la extremidad anterior de un caballo. Existen muchos modelos de trabas, pero si no tiene una de ellas a mano, una solución eficaz consiste en utilizar un cinturón o estribera y un trozo de madera de manera que éste impida que la correa de cuero se deslice hacia delante.
Ciertos caballos balancean constantemente la cabeza en la puerta de la cuadra; esto es conocido como "el tic del Oso". Esta desagradable costumbre es contagiosa. Si no se toman medidas, toda la cuadra se pone a bailar curiosamente ante la puerta de los establos. Para curarle esta costumbre, cuelgue una pelota de tenis o de golf con una cuerda sobre la puerta superior del box. Al balancear el cuello, el caballo se golpea la cabeza contra la pelota. Acaba corrigiéndose solo del Tic del oso.
Muchos jinetes, por experimentados que sean, tienen un vicio consistente en mantener las punteras de los pies excesivamente hacia afuera. Aparte de que estéticamente no resulta bonito, en la práctica esta es una posición incorrecta de las piernas que impide abrazar al caballo de forma completa y, por lo tanto, ejercer las ayudas de forma correcta.
Un truco para forzar la posición correcta de los pies consiste en atar los estribos a la cincha con una correa de espuela. Si bien esto exige mantener las punteras hacia adentro, y es muy eficaz a la hora de acostumbrarnos a la nueva postura, este truco sólo debe ser utilizado por jinetes muy expertos y en monturas en las que tengan confianza. El hecho de mantener los estribos fijos entraña un gran riesgo en caso de perdida de equilibrio, accidente, y en general en aquellos casos en los que debamos bajarnos del caballo de forma inmediata, pues podríamos quedar enganchados.
Algunas veces es útil calcular el peso de un caballo; Por ejemplo, para calcular las dosis a suministrar de un medicamento. La fórmula del veterinario Crevat permite obtener su peso aproximado a partir del perímetro torácico. Tome esta medida al nivel de su novena costilla, verticalmente justo detrás de la cruz. Esta longitud se expresa en metros, con la precisión de un centímetro. El resultado se da en kilogramos. Esta es la fórmula: Peso en Kg = (perímetro torácico)3 X 80 Un ejemplo: Perímetro torácico: 1, 80 m Peso del caballo: 1,80 x 1,80 x 1,80 x 80 = 466,56 KG.
Si durante la monta de un caballo este empieza a levantar la cabeza y no acepta el hierro, esto puede ser por varios motivos, pero como forma de evitarlo en el momento puede intentar lo siguiente: Separe las manos y bájelas a la altura de sus rodillas manteniendo las riendas en tensión; Empuje con las piernas y no ceda con las manos; Al cabo de unos trancos el caballo ha debido bajar la cabeza sometiéndose al hierro
En ocasiones deseamos tomar una determinada dirección, que nuestro caballo rehuye por percibir un peligro. El animal se pone en alerta y su instinto le dice que trate de huir. Podemos apreciarlo, fijándonos en sus movimientos: en una situación así el caballo tenderá a levantar la cabeza y el cuello, ya que con ello amplía su espacio visual y descarga los anteriores para poder realizar un giro rápido.
como reaccionar en caso de una huida
Si apreciamos que esto ocurre, deberemos actuar de la siguiente forma:
Dejaremos que el caballo gire la cabeza y el cuello, tratando de que entonces centre su atención en el domador.
Le dejaremos siempre la posibilidad de elección y una salida fácil: el caballo no puede verse "encerrado" ya que su sensación de peligro puede aumentarse. Eso sí, trataremos de que esa salida sea guiada.
No aprisionar al caballo con nuestro propio cuerpo, ya que puede entender que el lugar en el que nos encontramos es su única vía de salida. La distancia más adecuada está en torno a los dos metros, desde donde el caballo no se sentirá amenazado.
Trataremos de que el animal se deje llevar por la confianza que ha depositado en nosotros, para dejarse llevar por el camino que le habíamos marcado (de ahí la importancia de que la doma sea firme y no demasiado blanda, lo cual no implica de ninguna manera que se utilice la fuerza contra el caballo).
Para evitar que nuestro caballo tenga constantemente esa sensación de peligro, conviene acostumbrarlo a diferentes ruidos. Para ello le aconsejamos que utilice un método clásico que consiste en llenar una bolsa con diferentes elementos que hagan ruido, al moverla cerca del caballo, notaremos como se pone nervioso y en alerta: deberemos enseñarle la bolsa y poco a poco tratar de pocarle con ella; de esta forma entenderá que no es peligrosa y se acostumbrará al ruido.
El sistema de premios y castigos es el más comúnmente utilizado, no sólo para el adiestramiento de caballos, sino también para el de otros muchos animales. Se basa en asociar a determinados comportamientos unas sensaciones agradables y a otros sensaciones desagradables, que a la larga motivarán al animal a hacer o a dejar de hacer unas y otras.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que un caballo puede aceptar un castigo si entiende su por qué; pero nunca lo aceptará sin que se le de una "explicación" (relacionarlo con un comportamiento indebido) y puede llegar a rebelarse.Además, para que un caballo relacione una acción como correcta o inadecuada el premio o el castigo deberán dársele de forma inmediata.
Premios:
Golosinas: que no deberán ser dadas al caballo sin ton ni son, ya que acabaría por ser un vicio. Debemos reservarlas únicamente para agradecer una buena conducta y ofrecerlas sólo de forma esporádica.
Descansos: son el premio óptimo después de haber realizado un ejercicio que haya resultado duro o peligroso para el caballo.
Ofrecer seguridad y tranquilidad: para ello debemos mostrarnos firmes pero tranquilos, un domador que grita o que hace movimientos bruscos puede hacer desconfiar al caballo. De ahí a importancia de que utilicemos una voz tranquilizadora, teniendo en cuenta que este animal es enormemente sensible al ruido.
Imitación de comportamientos equinos: realizar movimientos que desarrollan estos animales cuando están en manada puede resultar enormemente gratificante para el caballo. Algunos de éstos son:
Pasar un brazo por encima del cuello: ya que imitamos el comportamiento de la yegua cuando protege a su cría y ofrecemos así una importante sensación de seguridad.
Rascar detrás de la oreja: imitamos los cuidados mútuos que se ofrecen los caballos.
Echar la respiración sobre el cuello o los ollares: otro cuidado mútuo entre estos animales.
Rascar.
Acariciar puntos sensibles: cada caballo posee unos puntos especiales en los que le gusta ser acariciado, deberemos buscarlos para utilizarlos como premio.
Castigos:
Gritos o voz fuerte: no debemos abusar de ellos ya que podríamos acostumbrar al caballo, de forma que sólo obedecerá ante ellos.
Lenguaje corporal: ponerse erguido, hacer gestos con los brazos.
Tirón sobre la nariz: debe ser breve pero firme.
Toques con la fusta o tralla: estos elementos deben utilizarse como ayuda, no para castigar al caballo ya que si les coge miedo huirá de ellas y no podrán utilizarse para dirigirlo. Para castigar con ellos daremos únicamente un toque breve y firme, pero nunca una paliza.
Imitar castigos que realizan los propios caballos:
Simular una coz, con un puntapié.
Imitar un mordisco, con un golpe con el codo. Por último conviene que tenga en cuenta que no se puede domar a un caballo si no se hace de forma autoritaria, ya que está dentro de su naturaleza. Un castigo dado a tiempo evitará que pierda el control sobre el caballo; pero nunca este castigo deberá ser fuerte o causar daño al animal. Debemos evitar los castigos de carácter emocional cada castigo deberá ser diferente, ya que de otra forma el caballo lo esperará y podrá reaccionar antes de darnos tiempo de hacerlo efectivo.