El "chuequito" Marinaro deleitando a la concurrencia
jineteada en Ciudad de Guemes, Prov. de Salta
festival de Doma y Folclore en San Lorenzo, Provincia de Salta
jinete: Martin Moreno
---------------------------------------------------------------------
UN CABALLO CON HISTORIA EL ZORRO (clik)
---------------------------------------------------------------------
Diferencia entre doma y jineteada
Por Juan José Güiraldes
Las palabras doma y jineteada suelen muchas veces utilizarse en forma indistinta. Más aun, el hecho de que se llame Festival de Doma y Folklore a la famosa competencia anual que se realiza en Jesús María me mueve a escribir estas líneas. Es siempre conveniente y evita equívocos el utìlìzar las palabras que corresponden, especialmente en el vocabulario gaucho, tan rìco y al mismo tiempo preciso. Comìenzo pues por proponer la redenominacìón de ese acontecimiento como Festival de Jineteada y Música Nativa. Veremos por Domar es hacer manso "de rienda'; como decimos en el campo, a un yeguarizo chúcaro, para los legos, digamos salvaje, que nunca ha sido agarrado por la mano del hombre. Debe, por eso, comenzar por palenquearlo, acostumbrarlo a ser dócil para quedar atado por el cabestro, sin peligro de cortar la guasca "asentandosé'; esto es, tirando con todo su peso para cortar el maniador. Solo o con la ayuda de un compañero, lo ensillará con recado completo. Una vez suelto del palerique, o de la asidera, como a veces se hace, el potro ganará el campo, mientras el compañero le hará de apadrinador. Generalmente, el potro arranca a corcovear, para después, si el jinete lo convida con el rebenque, largarse en toda la furia. El domador suele dejarlo correr así hasta que se canse, para después, revoleando el rebenque delante del ojo izquierdo o derecho, según desee, da vuelta y regresa hacia el lugar desde donde se lo soltó. Antes de seguir adelante, expliquemos el origen del térmìno "reservado" La palabra vìene de los primeros tiempos de las estancias, cuando el domador le informaba al patrón acerca de las malas condiciones del caballo para que saliera manso. No era demasiado frecuente, pero en esos casos resolvían "reservarlo" para probar la habilidad de los forasteros que solían arrimarse a las yerras.Aquí debo agregar que para las jineteadas no puede hablarse con propiedad de "tropilla de reservados'; sino de "caballada'; pues tropilla define a un número de entre cinco y hasta quince yeguarizos, machos castrados, que los gauchos amadrinan (se los acostumbra a seguir a su "madrina" por el tañido del cencerro y por el olfato). No está de más agregar que el término "manada" se aplica a un conjunto de yeguas que la forman con su padrillo. Sobre la jineteada digamos que su origen no es muy lejano, pues nació principalmente al influjo de los centros gauchos y tradicionalistas, que organizan con frecuencia demostraciones de la habilidad de los jinetes para mantenerse sobre el lomo de un reservado en un período determinado. Últimamente, esos tiempos, a mi gusto, se han acortado demasiado, lo que da la impresión de que los apadrinadores sacan al jinete del lomo del potro para rescatarlo antes que lo voltee. Antes de terminar, dos palabras sobre el término follclore. Veamos: "folk" quiere decir pueblo, y "lore'; expresiones de ese pueblo. Pof eso es que preferimos utilizar el término "música nativa". Así traemos la idea de que vienen del pasado y han ido transmitiéndose de generación en generación, la mayor parte de las veces en forma oral. Esto es así a tal punto que no podemos negarle al tango su condición de follclore ciudadano. Cori el tiempo deberemos aceptar que el "roclc nacional" es también una expresión (lore) del pueblo (follc). Por eso preferimos llamar a la nuestra música nativa, lo que define mejor a esos aires que los americanos del Norte llaman música "country". Nacida aquí, antigua, adoptada por el pueblo como una continuidad. Volvamos al principio en cuanto a la destreza para agarrar un yeguarizo y domarlo. Una de las más felices descripciones pertenece a Darwin -sí, el famoso naturalista y explorador-. En un escrito, describe a un gaucho que arrea a campo abierto a un grupo de yeguarizos procurando encerrarlos en un corral. Piala, esto es, pone el lazo en las dos patas delanteras del animal, que llamamos manos, para voltearlo. Después, yéndose por sobre el lazo, logra engancharle una pata con un medio bozal. Luego lo ensilla en el suelo y lo monta allí, soltándole el lazo para que pueda levantarse. Después lo obliga a correr.